La piel sensible requiere de una serie de cuidados especiales que no son precisos con el resto de pieles. Y es que tiene varias particularidades y no todos los productos se pueden utilizar con ella. No obstante, hay una serie de hábitos diarios que son de gran ayuda para que los problemas del cuidado de esta piel sean menores.
Los cuidados
Uno de los cuidados más importantes para la piel es que no esté expuesta al sol. Es importante que utilices la crema hidratante con protección solar y que no te expongas directamente a los rayos solares, ya que si toda piel tiene que tener cuidado en este punto, las sensibles todavía mucho más.
También es muy importante ahora con el frío, que la piel esté protegida contra él, además de ser conveniente que evitar los cambios de temperatura bruscos: es decir pasar de un entorno con calefacción y con calor al frío de la calle y viceversa. Es un poco difícil de evitar, pero se puede hacer que el proceso sea más progresivo.
Igualmente importante es utilizar jabones o geles suaves para el cuerpo, siendo idóneo que emplees aquellos productos en los que se indica que están especialmente indicados para pieles sensibles, ya que se evita que la piel se seque más o posibles alergias. Por su puesto, para que la piel no se seque, aparte de una buena hidratación con cremas, es más que recomendable beber agua.
A la hora de la higiene personal, siempre es más recomendable para las personas que tienen piel sensible ducharse en lugar de bañarse. La clave está en que el baño deshidrata más la piel que la ducha. Y, a la hora de secarse, no hay que frotarse la piel por más suave que sea la toalla. Hay que quitar la humedad de la piel con ligeros toques.
Y, como para todas las pieles, no te olvides de comer adecuadamente, incluyendo en tu dieta diaria una buena cantidad de frutas y verduras. Un consejo que es para todos los tipos de pieles, pero que es fundamental en el caso de las sensibles.