Una de las principales causas por las que las dietas no tienen resultado es el hambre emocional. Seguramente habrás oído hablar en alguna ocasión de él. Se produce en función de la relación emocional que la persona mantenga con la comida, activándose en casos en los que se recibe una mala noticia, se tiene mucho estrés del negativo, hay problemas en el trabajo… y todas aquellas situaciones que generan una cierta ansiedad o nerviosismo y que incitan a comer, colmándose el hambre con la ingesta de productos que son, en general, poco saludables. Unas situaciones a las que se puede hacer frente con una serie de consejos.
Las claves
Cuando se produce esta sensación de hambre, con independencia de cuál sea el problema o la situación, lo primero que hay que hacer es no comer y pararse a pensar para preguntarse en realidad si realmente se tiene hambre. Aunque la respuesta puede ser falsa, porque uno se engaña a sí mismo, lo mejor es optar por hacer una actividad que nos relaje o nos entretenga y divierta durante unos minutos. En la mayoría de las ocasiones, comprobarás que el hambre ha desaparecido pasado ese tiempo.
También es de gran ayuda para evitar estos casos, hacer cinco comidas al día. En muchas dietas la primera pauta que dan es que si no se tiene hambre, no se debe comer, en relación a las ingestas de media mañana o tarde. Sin embargo, sí es conveniente porque se reduce la ansiedad y se metaboliza mejor lo que se come. Si no se tiene mucha hambre, se come algo más ligero y en menor cantidad y todo solucionado.
En el caso de que realmente sí se tenga hambre, hay que pensar bien lo que se come, intentando huir de los alimentos menos saludables. Para ayudarte, hasta que aprendas a controlarte, puedes tener una serie de productos guardados para casos de emergencia que son menos dañinos para las dietas como pueden ser los frutos secos como nueces, almendras, anacardos y avellanas, así como las pipas de calabaza sin pelar. Pero piensa esto tiene que ser un remedio temporal porque tienes que solucionar realmente el problema con la comida.
Además, en lugar de comer deprisa o más bien engullir que es lo que suele suceder con el hambre emocional, tómate tu tiempo para degustar y saborear lo que te estás comiendo. Así, reducirás también las ganas de comer de más. Para ello, un buen truco es contar las veces que masticas cada bocado, no teniendo que ser inferior a 15 veces.
Y si dispones de tiempo acude a clases de taichi, yoga… u otra actividad que ayude a relajar y controlar la mente porque ese control te ayudará a no comer de más ante situaciones adversas.