Durante las vacaciones es difícil muchas veces seguir las pautas de alimentación habituales, siendo común engordar un poco porque también se cae en tentaciones o nos concedemos algunos caprichos. Esto lleva a que durante el verano se engorde aproximadamente unos dos kilos. La situación puede ser más difícil si se viaja y no se pasan todos los días en el mismo apartamento u hotel. Sin embargo, con unos sencillos consejos es posible que, a la vuelta, no odiemos a la báscula al mostrar la realidad.
Los trucos
Cuando se viaja, muchas veces se come en el sitio que se encuentra o cuando se dispone de tiempo entre visita o visita a los monumentos… Un motivo por el que es muy importante llevar consigo los propios tentempiés para no comprar los snacks más calóricos porque no se encuentran otros en los comercios o en las máquinas expendedoras. Entre las mejores opciones están los frutos secos crudos o mejor tostados, así como las bolsas de fruta fresca o desecada. También se puede preparar algún bocadillo o sándwich saludable.
Comer periódicamente, entre tres y cuatro horas, también ayuda a engordar menos porque, cuando se pasa mucho tiempo sin hacer las ingestas, el cuerpo tiende a pensar que hay escasez de comida y el metabolismo se ralentiza. Con este sistema se evita a su vez comer luego demasiado cuando ha aparecido el hambre.
Siempre que se pueda, otra recomendación muy útil es visitar los mercados locales en pueblos o pequeñas ciudades para comprar alimentos frescos a los productores y evitar tomar grasas innecesarias.
Si por el contrario, no queda más remedio que hacer un alto en el camino y comer en restaurante, hotel… la pauta pasa por ver primero todo lo que hay en el bufé libre para luego elegir y servirse. Un truco muy saludable es dividir mentalmente el plato en cuatro partes, de manera que una sea para ensalada, otra para verdura, una para las proteínas como el pescado o carne y otra para los hidratos de carbono como la pasta, pan, arroz o patatas. A la hora de comer, hay que hacerlo sin prisa y masticando bien todo para que aparezca la sensación de saciedad y se tome menos cantidad de alimento.
Y cuidado cuando llega la noche y hay minibar en la habitación del hotel. Por muy cansado que se esté no es bueno recurrir a esas tentaciones que suelen ser snacks con muchas grasas, calorías y alto contenido en azúcar y sal. Es mejor comprar algo para la noche más ligero como frutas o yogures, entre otras opciones más saludables.