La limpieza facial es una de las rutinas diarias más antiguas que existen. Todo el mundo acostumbra a lavarse la cara por las mañanas cuando se levanta. Para que los poros respiren es necesario limpiar los residuos que se puedan haber acumulado en la dermis. No obstante, a este proceso no siempre se le da la importancia que requiere.
En la piel se encuentran unas glándulas llamadas sebáceas que son las que lubrican la piel y el cabello. El exceso de sebo sale al exterior diariamente a través de los poros de la piel, pero si éstos están obstruidos queda en el interior provocando los conocidos granitos.
Una limpieza por la mañana y otra por la noche
El cutis debería de limpiarse al menos dos veces al día. Esto es lo que sostienen los expertos. Se recomienda hacer esas limpiezas una vez por la mañana para retirar los restos de sudor que puedan haberse generado mientras se duerme. Y la otra limpieza debería realizarse antes de ir a la cama para retirar de la cara restos de maquillaje o de partículas contaminantes que circulan por el ambiente.
La limpieza de cutis evita el envejecimiento de la piel. Al retirar las células muertas de la superficie se facilita la regeneración de la piel. Y, en consecuencia, se retrasa la aparición de arrugas y líneas de expresión.
Una correcta limpieza de cara hará posible que la piel del rostro absorba con mayor facilidad las cremas hidratantes que se utilizan en la piel. Además, contribuirá a la reducción de granitos y puntos negros y la piel lucirá más luminosa y fresca.
Otra rutina para cutis grasos
Por otro lado, quienes tengan un cutis excesivamente graso puede que necesiten limpiárselo más a menudo. También se aconseja cambiar las fundas de las almohadas cada tres días para evitar que la piel se engrase, así como recogerse el cabello para impedir el exceso de oleosidad.