Vapor: cómo utilizarlo para tener una piel perfecta

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Lucir un cutis perfecto y libre de impurezas no es misión imposible. Además de los rituales de belleza que es conveniente seguir para tener la piel limpia, hidratada y nutrida, es conveniente exfoliar. A todo ello se suman otros cuidados adicionales que son totalmente claves a la hora de cuidar el cutis y que se han venido utilizando a lo largo de los años. Es el vapor. Pero, ¿cómo se usa? ¿Realmente es efectivo para la dermis?

Beneficios

El vapor tiene muchos beneficios para la piel. El principal es que facilita que se abran los poros por lo que hace más fácil que los cosméticos que se emplean penetren mejor y más rápido.

Un motivo, por ejemplo, por el que siempre se dice que es mejor exfoliarse en la ducha porque, con el valor del agua, los poros están más abiertos y se puede limpiar la piel mejor.

Sin embargo, el vapor de la ducha no es el único que es beneficioso. Hacer baños de vapor específicos para el rostro es igualmente positivo para el cutis. Y es que las células muertas se eliminan más fácilmente.

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Además, es más rápido y se quita mejor la suciedad que se acumula en los poros y que no siempre se van con los productos de limpieza o de exfoliación porque se quedan en una capa más superficial de la dermis.

De esta manera, se consigue que la piel no tenga aspecto apagado y, por el contrario, se vea más luminosa y libre al cien por cien de impurezas.

¿Cómo se emplea el vapor?

Para que la piel se beneficie de todas estas ventajas, es importante hacer bien el baño de vapor, que además es más efectivo que exponerse solo al vapor de la ducha. Es fácil hacerlo. Tan solo se tiene que poner un bol con agua caliente o bien utilizar un vaporizador.

La piel del rostro debe exponerse a este vapor que se emana, siendo conveniente que te cubras la cabeza y el bol –por ejemplo con una tolla-, para que vaya directamente hacia la cara y facilitar que no se pierda el calor.

El tiempo que tienes que estar tomando ese vapor es de aproximadamente unos diez minutos. Luego, ya puedes aplicar el tratamiento que emplees para continuar purificando la piel, hacerte una mascarilla o bien aplicar la crema hidratante, nutritiva o antiarrugas –según el caso-, que emplees. Con tan solo hacer este proceso dos o tres veces al mes, es suficiente para lucir una piel perfecta.

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