Cada determinado tiempo se pone de moda alguna dieta. Si antes eran la Dukan, la sin lactosa, sin azúcar, las bajas en residuos, las macrobióticas…. ahora es el turno de la denominada dieta sin gluten, que no es conveniente hacerla para perder peso porque conlleva una serie de riesgos importantes para la salud. De hecho, solo es recomendable que la hagan, y bajo supervisión médica, las personas que son celíacas. Pero, ¿qué riesgos tiene para el organismo?
Los inconvenientes
Uno de los principales problemas que tiene seguir una dieta sin gluten cuando la persona no es celiaca es el peligro que se corre de desarrollar diabetes de tipo 2. Una probabilidad de tener esta enfermedad que aumenta en un 13% en comparación con otras personas que siguen una dieta con gluten, según las últimas investigaciones realizadas en universidades como la de Harvard.
Las dietas sin gluten también están asociadas a una mayor exposición a metales tóxicos. El razón no es otra que muchos productos sin gluten emplean harina de arroz en lugar de la de trigo y, precisamente, el arroz tiende a acumular metales tóxicos como el mercurio o el arsénico. Dos sustancias que suelen emplearse en fertilizantes y que acaban en el suelo o en el agua de las plantaciones de arroz.
Sus peligros para la salud aún van más allá porque esta dieta además aumenta el riesgo de problemas de corazón, que se originan al comer menos granos, que es donde se encuentra la protección para las enfermedades coronarias. Además, la presión arterial puede dispararse y favorecer que aparezcan otras patologías importantes.
Igualmente, las personas que siguen estas dietas tienen un consumo inferior de fibra al que necesita el organismo por lo que interfiere en su correcto funcionamiento, aparte de disminuir a su vez la ingesta de otros micronutrientes.
De esta manera, es fácil que aparezcan problemas de estreñimiento y que haya déficits de vitaminas, que son totalmente necesarias para el organismo en su día a día y para tener buena salud y bienestar.