Muchas veces se sienten ganas de comer y no porque se tenga hambre realmente, sino porque es un problema de ansiedad, viéndose la persona incitada a comer, lo que impide mantener la línea favoreciendo que se engorde. Sin embargo, para este tipo de ocasiones, se pueden ingerir cinco picoteos que son sanos con los que se reduce esa ansiedad y las ganas de seguir comiendo sin tener que decir adiós a la dieta.
Los picoteos
Aunque no lo creas porque algunos de ellos tienen el sambenito de que engordan, realmente no es así. El primero de ellos son las aceitunas. Sí, de ellas se extrae el aceite que tiene calorías, pero no es así realmente. La clave está en coger un puñado de aceitunas que tengan hueso porque son más entretenidas de comer y se tarda más tiempo en masticarlas. De esta manera, se produce una especie de engaño porque parece que se está comiendo más de lo que realmente se come. Además, otro pequeño truco: mantén el hueso durante más tiempo en la boca entre oliva y oliva.
Otro de los picoteos recomendables son los pepinillos en vinagre, teniendo que elegir los que son de pequeño tamaño. Aquí el efecto es similar al de las aceitunas. Al tener que comerlos de uno en uno parece que realmente se ingiere más cantidad de lo que se come porque son pequeños. De este modo, comiendo uno tras otro se reduce también esa ansiedad y ganas de comer. La ventaja de este producto es que es imposible comer muchos por el vinagre, ya que ningún estómago soporta un exceso de este producto.
La ansiedad también se reduce con las pipas de calabaza, que son unas buenas alidadas de la salud y de la belleza de la mujer. No obstante, hoy vamos a hablar sólo de su utilidad para este fin. No hay que olvidar que son calóricas pero, si se comen pipas de calabaza en lugar de las de girasol, se está comiendo menos y se ingieren menos calorías. La clave está en que son más difíciles de pelar y en que sacian mucho más. Además, al tener un tamaño más grande que las de girasol, hay que mascar más veces. Con comer un puñado es más que suficiente.
En la lista no pueden faltar las frutas. Las mejores aliadas son las rojas. Es decir: cerezas, frambuesas, fresas, grosellas… También las moras o los arándanos. Y, aunque no son frutos rojos, las uvas son igualmente imprescindibles. La clave radica una vez más en que hay que comerlas de una en una por lo que se tarda más tiempo y parece que se come más, contribuyendo a reducir la ansiedad. Y, aunque algunas, en ocasiones, no aparecen en las dietas de adelgazamiento, realmente no hay que preocuparse porque su nivel de azúcar tiene un buen comportamiento en la sangre por lo que no es una causa para engordar.
Y, finalmente, hay que hablar del yogur. Mejor si es desnatado. De nuevo el mismo truco: hay que comerlo de cucharada en cucharada por lo que se pasa más tiempo comiendo y se tiene más sensación de saciedad. Para que llene más, se puede optar por los que incorporan trozos de fruta. Puedes elegir el que más te guste. Así, te puedes dar también un capricho sin tener que preocuparte por la báscula. Y otro pequeño consejo: coge una cuchara que sea más pequeña para que el engaño sea mayor.