Con el tiempo bueno, ya se sabe que se tiende a salir más y a disfrutar de las tardes y noches. Muchas veces es difícil seguir la dieta porque nos rendimos a los momentos de ocio en los que se tiende a ser más permisivo con lo que se come. Y a todo ello se suma de que proliferan los helados, refrescos… Pero con unos consejos, el verano no se traducirá en ganar los kilos perdidos.
Consejos
En primer lugar, lo que hay que hacer es marcarse el objetivo de seguir las pautas alimentarias que se siguen durante todo el año. Dicho, esto es importante no cenar demasiado. En esta época del año es habitual quedar por la noche, con independencia de que se esté o no de vacaciones, cenando fuera de casa y luego tomando copas después. Hay que tener cuidado y no optar por cenas demasiado copiosas, sino más bien por aquellas que sean más ligeras, aunque luego vayas a dar un paseo por la playa y pienses que vas a quemarlo todo.
Con el alcohol también se debe tener mucho cuidado. En verano se sale más y, por lo tanto, se bebe más. Si te gusta tomar bebidas alcohólicas, controla su consumo alternando su ingesta con otras que no lleven alcohol. Y, sobre todo, no te olvides de incorporar el agua a la noche de juerga o salida.
Y mucho control hay que tener igualmente con los helados, que son fuente de calorías y de grasas. Por más que te gusten y te refresquen, no abuses. Si vas a tomarlos o no puedes prescindir de ellos, la mejor opción es optar por aquellos que llevan un algo contenido en agua, es decir, los polos de hielo, así como todos aquellos que estén realizados con zumos de frutas sin azúcar o de yogur con frutas desnatadas. No obstante, no te olvides de que, aunque estos helados tienen menos consecuencias sobre la báscula, también contienen azúcares y conservantes que no ayudan a mantener la línea.