Ya estamos en pleno verano. Una época del año en la que se tiende a estar más tiempo al aire libre y disfrutar de playas, piscinas, montaña, actividades deportivas… Y esto puede pasar factura a la belleza. Especialmente, a la piel y al cabello. Son unos meses en los que conviene atender a sus riesgos para seguir estando radiantes bajo el sol. ¿Cuáles son? Toma buena nota para tomar medidas.
Sol
El sol está todo el año, pero en verano sus rayos son más fuertes por lo que hay que extremar las precauciones. La exposición debe ser controlada para poder generar vitamina D, pero hay que hacerlo con cuidado, controlando el tiempo que se está al aire libre y siempre con protección solar para proteger la piel de la luz ultravioleta o UV, que causa daños en la piel.
Además, es la responsable de generar radicales libres, moléculas de oxígeno que se liberan en el organismo de forma natural pero, si hay un exceso, son los responsables de las lesiones cutáneas como manchas y arrugas, aparte de contribuir al envejecimiento de las células.
Los rayos solares también dañan el pelo. Es importante protegerlo, especialmente, si se llevan mechas o se ha empleado tinte porque el color cambia. Es así fundamental emplear protectores capilares. Un producto que es también útil en el caso de piscinas y agua de mar para evitar los efectos nocivos como la deshidratación capilar. El pelo a su vez se nota más áspero y pierde brillo. Dos efectos que conviene evitar.
Precisamente, el agua de la piscina igualmente hace que haya que extremar las precauciones con la piel porque el cloro la reseca y la deshidrata. Es importante así aplicar cremas que aporten un extra de hidratación o aceites como el de jojoba.
Y, ¿qué sucede con el agua del mar? Tiene bondades como sus efectos antiinflamatorios y bactericidas, aparte de ser una exfoliante suave por la sal. Sin embargo, no hay que olvidar que luego hay que cuidar la piel para mantener su pH natural y su hidratación.
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