Dieta intuitiva: ¿cómo funciona?

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En esta época del año pocas son las mujeres que no están a dieta. Y, como siempre suele ser habitual, se ponen de moda algunas pautas de alimentación para conseguir los objetivos deseados. Una de las últimas en estar en boca de prácticamente todo el mundo –incluidas las celebrities-, es la dieta intuitiva. Su principal característica es que permite comer cuando la persona quiere. Pero aún hay más claves en su funcionamiento.

¿En qué consiste?

La dieta intuitiva se basa en una serie de principios que puedan resumirse en diez. En general, es una dieta que se caracteriza por centrarse en la mente, que se reeduca para modificar el apetito y comer de una manera racional sin tener que estar contando todo el día las calorías. Además, la persona se guía mucho por su instinto.

Las claves

Para que esta dieta funcione, hay diez claves o principios. El primero de ellos es olvidarse de que se está haciendo una dieta y dejar de estar pendiente de qué se come para centrar toda la atención en cómo se come.

En segundo lugar, esta dieta propone comer cuando se tiene la primera señal de hambre para evitar que se active en el organismo el instinto de supervivencia y la necesidad de sobrealimentarse para sobrevivir. De esta manera, se come menos porque, si una persona se aguanta mucho las ganas de comer, al final necesita tomar más alimentos para sentirse saciado.

La dieta también tiene como uno de sus principios clave abandonar la obsesión por lo que no se puede comer, permitiéndose ingerir lo que realmente apetece, pero siempre asegurándose de que se toman todos los nutrientes que el cuerpo necesita. De este modo, hay que dejar de sentir culpa y de estar atormentándose por comer un día un trozo de pastel.

Las cantidades tampoco están limitadas en esta dieta, ya que se basa en el principio de respetar que una persona está llena para parar ya de comer. Y, sobre todo, se aboga por recuperar el placer al comer, lo que suele olvidarse frecuentemente cuando se está a dieta. Además, la satisfacción con la comida reduce los niveles de estrés y de ansiedad, lo que conlleva comer menos.

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La mente juega un papel fundamental en esta dieta porque hay que quitarse algunos hábitos o creencias como que los problemas se solucionan comiendo o que todo se celebra con comida. Es necesario buscar una alternativa para no caer en la tentación de comer cuando se está triste, se siente ansiedad o se está simplemente feliz.

Y no hay que olvidarse de estar en movimiento y mantenerse activo con actividades que aporten energía y bienestar, dejando a un lado la elección de deportes por las calorías que se queman y su efectividad para perder peso.

Finalmente, la dieta incide en valorar el progreso en lugar de la perfección, planteándose la reeducación alimentaria a largo plazo para conseguir los objetivos.

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