Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, seguramente habrás comenzado a hacer dieta para ponerte el primer bikini del año si has elegido como destino la playa. En este proceso de querer estar perfecta en poco tiempo, es habitual que se recurra a tomar diuréticos para perder el peso sobrante. Y esto es un error que puede producir efectos negativos importantes sobre la salud porque un diurético no es igual a un adelgazante. Además, con ellos, se pierde líquido y no grasa y el efecto rebote puede ser mucho mayor de un día para otro.
Los peligros
Uno de los principales peligros de tomar diuréticos es la desnutrición. Y es que junto con los líquidos que se eliminan del organismo también se marchan muchos nutrientes, vitaminas y minerales… que pueden causar desde una anemia hasta la desnutrición. Además, la persona se siente más cansada, fatigada y mareada.
También puede producirse la hipotensión porque los diuréticos tienden a bajarla. Y esto igualmente tiene consecuencias negativas para la salud porque implica que determinadas partes del cuerpo, que son claves en su funcionamiento, no reciben la cantidad suficiente de sangre. No es ninguna broma. Entre ellas está el corazón o el cerebro.
La diabetes está relacionada con el uso de diuréticos, provocando trastornos metabólicos en los que el organismo no produce insulina o no utiliza la que se genera efectivamente. Esto conlleva a que el azúcar en sangre se encuentre en niveles altos.
Los riesgos de tomar diuréticos aún continúan porque otro de sus efectos nocivos es la insuficiencia renal porque los riñones ya no son capaces de filtrar todas las toxinas y otras sustancias de desecho que se encuentran en la sangre tal y como deberían por ese mayor sobreesfuerzo al que se les ha estado obligando.
Y, finalmente, aunque no por ello menos importante, está la relación con la gota, que se produce porque se acumula demasiado ácido úrico en el cuerpo al haberse eliminado una gran cantidad de los líquidos del cuerpo.
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