Estrés: el principal enemigo de todas las dietas

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Muchas veces se hacen dietas para bajar de peso, pero no se consigue adelgazar. La clave puede estar en el estrés o en los nervios si estás sometida a situaciones que pueden desencadenarlo como es el caso de jornadas laborales muy prolongadas, motivos personales o cansancio acumulado tras no poder parar ni un solo día, lo que puede darse fácilmente a estas alturas del verano si todavía no has podido disfrutar de ningún día de descanso.

Son casos en los que el aumento de peso no se produce por descuidar los hábitos alimentarios sino porque el organismo produce una serie de sustancias y modifica su actividad habitual cuando está sometido a esa presión nerviosa. La dieta puede ser una buena manera de combatir el estrés, ya que hay alimentos que ayudan a hacerle frente y a que no se gane peso en estas situaciones.

Los alimentos

En primer lugar hay que tomar alimentos que sean ricos en triptófano que se encuentra en todos los pescados, especialmente, en los azules, así como en las carnes y, sobre todo, en las de ave. También es conveniente ingerir huevos y lácteos y frutas como el plátano. En la dieta tampoco pueden faltar los cereales integrales y las legumbres.

La dieta igualmente debe incluir los alimentos que tienen un alto índice de L-Carnitina, que se halla en las carnes y lácteos, así como en las yemas del huevo. Igualmente son idóneos el trigo integral y la soja.

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No se debe olvidar tomar los alimentos que tienen mucha vitamina B6 o piridoxina, que está presente en la carne de ternera y de cerdo, en los pescados, los huevos y lácteos, y siempre hay que añadir a la dieta los alimentos en los que hay un nivel importante de fenilalanina, que se halla en las carnes, pescados, huevos y lácteos.

Son productos que se deben tomar de forma diaria para conseguir generar en el organismo una sensación de bienestar y frenar las sustancias que se producen en el cuerpo con el estrés y que redundan en un mayor nivel de insulina y de cortisol que son perjudiciales, además de favorecer la retención de líquidos, alterar el tránsito intestinal y reprimir la actividad del tiroides, entre otras consecuencias entre las que asimismo figura el aumento de peso.

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