Cuando pensamos en baños de vapor, inmediatamente nos viene a la mente la sauna. Pero, además de ella, existen otro tipos de baños como son los baños turcos, también llamados hammam o sauna húmeda. Estos baños de vapor consisten en la combinación de vapor de agua y calor.
La principal diferencia entre estos baños y las sauna tradicional es que la temperatura que se alcanza en los primeros es menor que en la segunda, entre 40 y 45 grados centígrados, y la humedad relativa es mucho más alta, rondando el 100% lo que hace que nuestra piel se oxigene mejor que en una sauna seca.
Efectos de los baños de vapor:
– Aumentan la hidratación de la piel y nos ayuda a limpiar impurezas.
– Son beneficiosos para la circulación porque tienen efectos vasodilatadores, lo que contribuye a uan mayor oxigenación de nuestra piel.
– Poseen un efecto analgésico, relajante y descontracturante muscular, por lo que son idóneas para relajarnos o si queremos aliviar la tensión muscular que hemos acumulado a lo largo de la jornada.
– Es una gran ayuda para las personas con problemas en las vías respiratorias y para tratar la piel con acne.
Instalaciones:
A diferencia de las saunas, los recintos donde tomamos estos baños no son de madera, sino de azulejo y para lograr ese alto grado de humedad poseen un generador de vapor. Estos serían los baños de vapor tradicionales, aunque en los spas urbanos es más común encontrar baños construidos con material acrílico que hace la misma función que el azulejo.
Al igual que en el caso de la sauna, hay que tener en cuenta que no está indicada para personas con la tensión baja, problemas de varices o problemas de ansiedad.